Los que trabajamos en el proceloso mundo de la propiedad industrial, estamos acostumbrados a oír con frecuencia expresiones que nos provocan un dolor de oídos igual al que ocasionaba el arañazo en la pizarra negra de aquel compañero de colegio sabandija que hoy te saluda por la calle con desparpajo. Hay expresiones que no por repetidas pueden considerarse aceptables, ya no solamente desde un punto de vista técnico ni de "experto" en la materia, sino que directamente suponen una patada al correcto manejo la lengua.
La primera que se me viene la cabeza y que asiduamente me veo en la obligación de corregir, con educación pero siempre con firmeza, es la de "patentar una marca". Se mezclan en esta frase, de forma desafortunada,...