En esta entrada me voy a centrar más en opiniones personales, pero que creo pueden servir para arrojar un poco de luz sobre las noticias que leemos sobre los pleitos y las disputas que las grandes empresas tienen continuamente con sus patentes y la imagen (algo distorsionada) que se nos transmite sobre este título de propiedad industrial.
En primer lugar, vaya por delante que los derechos obtenidos y la protección que ofrece una patente no dependen del solicitante, sino de la novedad técnica y de la actividad inventiva que se aporte, y esto es un hecho contrastable y objetivo. Está claro que los recursos disponibles para hacer valer estos derechos (y defenderlos incluso vía judicial y aquí es donde empiezan los problemas) no serán los mismos para una pyme que para una gran corporación, pero si la patente es buena, será lo mismo de válida para Apple que para el taller de la esquina, y haciendo las cosas bien desde el principio se tienen todas las de ganar.
Estamos ya acostumbrados a leer todos los días noticias sobre las demandas judiciales que se interponen entre sí las grandes corporaciones: Apple contra Samsung, Samsung contra Apple, HTC contra Apple, Apple contra Motorola y así podríamos estar todo el día.
Detrás de esta supuesta "guerra de patentes" (ver gráfico), me parece que se encuentra una estrategia empresarial para rentabilizar económicamente las innovaciones ya protegidas, puesto que la mayor parte de estos conflictos concluyen con una licencia, con una contrapartida económica o bien incluso con un acuerdo de licencias cruzadas, yo te dejo usar mis patentes y tú me dejas las tuyas.
Cualquier dispositivo electrónico es tan complejo que lo normal es que infrinja alguna patente, sobre todo si es en EEUU donde se puede proteger software más fácilmente (en Europa el enfoque es más restrictivo) por lo que hay que tener en cuenta que todas estas demandas tienen siempre un ámbito concreto, aunque las empresas no son tontas y las plantean donde hay más mercado: EEUU, Japón, Alemania, Australia...
Por encima del resto destacan dos grandes púgiles en esta batalla, que son los que acaparan el goloso mercado de los sistemas operativos para smartphones: Apple y Google. Los de Cupertino presumen de tener una nutrida cartera de patentes (recordemos, la mayor parte en EEUU al estar basadas en software) y han pregonado a los cuatro vientos la intención de su fundador de "destruir a Android" al considerarlo un "producto robado". Siempre he dudado del propósito romántico de Apple, en primer lugar porque me parece más una estrategia de marketing para subrayar su posición de liderazgo tecnológico y posicionarse por encima de Android, pero sobre todo porque sería muy costoso y los accionistas no entenderían que por un impulso de Steve Jobs se perjudicara la cuenta de resultados de la compañía, y se dejara de ganar dinero por licencias de otros fabricantes, como hace MICROSOFT que tiene una fuente de ingresos bastante suculenta con este apartado, por lo que llevar hasta el último extremo esta intención no parece la estrategia más acertada.
Como trasfondo, hay que tener en cuenta que ningún fabricante es completamente original y la mayoría son proveedores entre sí de algunos componentes. El marketing de Apple es más efectivo en ese sentido, y es verdad que su iPhone fue el primer auténtico smartphone, pero no partieron de la nada, ya que, por ejemplo, Samsung es su proveedor de pantallas, hubo un tiempo que también de chips y parece que, al menos durante 2012, la situación no cambiará mucho.
Corolario: las diferencias que hay en estos casos son la estrategia empresarial y los recursos disponibles para implementarla, pero las patentes y la protección que ofrecen son un instrumento igual de poderoso para cualquier empresa, por lo que siempre que se trabaje con la innovación, deberán tenerse muy en cuenta. Hacer una buena búsqueda previa, completar una redacción adecuada, extender la protección a un ámbito relevante, pagar las tasas de mantenimiento y ejercer una vigilancia efectiva, pueden situar a cualquier titular de una patente al mismo nivel de los gigantes empresariales que hemos mencionado, por complejo que parezca.